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Nuestra profesión es la pescadilla que se muerde la cola, nadie la conoce ni nadie sabe para qué servimos, y por tanto sufrimos de una permanente invisibilidad profesional. Y todo porque en España nunca se cumple eso de zapatero a tus zapatos… Ayer volvieron a mirarme con cara rara cuando dije qué había estudiado.

- Soy licenciada en Documentación y Diplomada en Biblioteconomía

- Ah!- (cara rara), y añade – No sabía que existía esa carrera, y ¿para currar en una biblioteca hay que estudiar eso?- ya no entendía nada

Ante las interminables explicaciones de siempre, llegamos a lo mismo: el silencio e invisibilidad que sufrimos como profesionales de la biblioteconomía, documentación, gestión del conocimiento, etc que sufrimos por parte de la socidad, los políticos, empresarios y UNIVERSIDAD.

Tras el cabreo de siempre, recordé un mensaje enviado a Iwetel, publicado en Cartas al Director en EL PAÍS, hace unos meses, en relación a la invisibilidad de nuestra profesión y que el autor, Francisco J. Mateos Ascacibar resume en una excelente frase:

No hace falta reciclar a ningún otro titulado en técnicas de catalogación o similares. Eso debe pasar a la historia. La gente hoy día, cuando lo necesita, acude a la consulta del psicólogo y no va al confesionario.

Y no se trata de romper con todo lo anterior, hay profesionales muy buenos que no son Diplomados ni Licenciados en Biblioteconomía y Documentación porque antes no existían tales estudios, pero por favor, señores políticos y demás parentela: dejen de pedir como requisito para las becas y oposiciones de nuestra profesión CUALQUIER TITULACIÓN, queremos oportunidades para ocupar puestos profesionales relativos a nuestros estudios!, estamos aquí y podemos hacer muchas cosas, y HAY FACULTADES PROPIAS DE ESTOS ESTUDIOS.

Bibliotecarios en su justa medida de Francisco J. Mateos Ascacibar
Cartas al Director, El País. Opinión 19-05-2006

A decir de la editora María Siguero Rahona, las bibliotecas públicas españolas deberían abrir todos los días del año y en esto coincido con ella.
Coincidimos tanto yo como el resto de colegas bibliotecarios, que vemos en la democracia cultural una seña de identidad de cualquier sociedad del bienestar real.

En cambio, debo ilustrarla en cuanto a otra realidad de este país. En España existen numerosas facultades de Biblioteconomía y Documentación. La mayoría de sus estudiantes no encuentran el puesto de trabajo adecuado, por lo que no sería de justicia que de abrirse las bibliotecas públicas y escolares todos los días, los profesionales que ocuparan los nuevos puestos de trabajo
no fueran sino diplomados y licenciados en estas ciencias. No hace falta reciclar a ningún otro titulado en técnicas de catalogación o similares. Eso debe pasar a la historia. La gente hoy día, cuando lo necesita, acude a la consulta del psicólogo y no va al confesionario. Si el Estado mantiene a los profesores de religión en los centros escolares, mejor haría manteniendo también a bibliotecarios profesionales en sus respectivas bibliotecas.

Debemos colocar a los profesionales específicos en los puestos que se merecen.

¿Para cuándo ofertas de empleo (sobre todo público) donde se exija como requisito indispensable la licenciatura y/o diplomatura en Biblioteconomía y Documentación?

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