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Continuamos con la batería de preguntas de la mesa de debate Què impliquen les xarxes socials? Una anàlisi sobre les xarxes socials, el seu ús i els seus usuaris“ organizada por  el Servei de Biblioteques de la Generalitat de Catalunya y Gerència de Serveis de Biblioteques de la Diputació de Barcelona, en la Facultat de Biblioteconomia i Documentació de la UB, en el marco de la 9ª Edición de la Escola d’Hivern de la Biblioteca Pública. 

La tercera de las preguntas que Anna Bröll, responsable de Coordinació i Serveis de Biblioteques de Barcelona nos lanzó fue:

  • ¿Deben las bibliotecas realmente estar a toda costa en las redes sociales? 

Como dice Carlos Aparicio Sanz en su Tesis “La Biblioteca de la Universidad de Zaragoza 2.0“:

“Hemos de recordar que lo importante es la utilidad de las herramientas y no las herramientas en sí mismas. Se utilizan para la consecución de un fin. Si ese fin no se consigue, no tiene sentido seguir manteniéndolas. La incorporación de estas herramientas será un éxito si se consiguen los objetivos expuestos. Debemos huir de modas y tratar de ser eficientes y eficaces.” 

Nuestra presencia como bibliotecas en las redes sociales debe estar amparada por una planificación previa, y siempre siendo conscientes del porqué es necesario que nos planteemos estar. Si echamos un ojo a la realidad que nos rodea:

  • Los medios sociales se han convertido en la primera actividad en la web. 2.400 millones de internautas en el mundo y el 85% están en redes sociales.
  • 1 de cada 5 minutos en la red se invierten en redes sociales.
  • Facebook cuenta con más de 1.000 millones de usuarios (el 60% accede a través de dispositivos móviles).
  • Twitter cuenta actualmente con 200 millones de usuarios activos.
  • Youtube es el segundo motor de búsqueda más grande del mundo. Cada día se reproducen 4.000 millones de vídeos en Youtube.

Una vez conocido el abanico de herramientas y el uso que cada perfil poblacional le da a cada una de las herramientas, es el momento de reflexionar sobre algunos aspectos básicos con el fin de evitar cometer errores y malentendidos a medio plazo:

  1. Para qué queremos el perfil: para informar de nuestras actividades y servicios, para captar nuevos usuarios
  2. Qué tipo de contenidos vamos a publicar: el tono de la comunicación, los enlaces e imágenes que vamos a aportar, etc.
  3. Quién va a alimentar los perfiles

Conociendo el público al que nos dirigimos, sus intereses, sus inquietudes, y planificando minuciosamente desde los temas que queremos publicar, hasta las horas en las que lo vamos a publicar y la frecuencia con la que van a recibir nuestras publicaciones.

No debemos perder de vista que el compromiso se gana día a día, y la presencia en redes sociales nunca debe basarse en un mero escaparate, se trata de conversar y escuchar, y cuando se escucha hay que dar respuestas, gestionar comentarios, animar conversaciones, etc, cuando se escucha, a veces oímos lo que no nos gusta…

Escucha activa en las redes sociales

Por otra lado, cuando se habla de falta de tiempo o de personal, para desembarcar nuestra presencia en las redes sociales, debemos también replantearnos qué cosas podemos dejar de hacer y cuales debemos empezar a acometer. Habrá que dejar de cosas que no sean necesarias e incluir estas otras para promover, dinamizar y gestionar las bibliotecas de forma transparente, tal como demanda la sociedad de hoy.  Y son los directivos y gestores los que deben promover estos cambios y determinar cómo se van a sustituir unas tareas por otras.

Y a veces no se trata de ir por libres y lanzarnos a la aventura, a veces, trabajar de manera conjunta, con varias redes de bibliotecas, aunando esfuerzos, como por ejemplo hicieron en su momento las bibliotecas de Euskadi con su proyecto BATEGINIK, el boletín cooperativo de novedades (pdf).


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