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El ciudadano demandaEl encuentro “El ciudadano demanda, la biblioteca responde” organizado por Alhóndiga Bilbao , FGSR y Aldee reunió los pasados 26 y 27 de febrero a responsables de bibliotecas referentes ( biblioteca 10 de Helsinki, Aarhus, Denver, Tarragona ) y especialistas que conocen muy bien la evolución de estos servicios: Jose Antonio Gómez y Javier Celaya .

Tras las protocolarias palabras de presentación (a cargo de Alasne Martín, quién se estrenaba en público como responsable de la Mediateca de Alhóndiga) se inició un periplo que nos llevó desde los origenes de las bibliotecas públicas en el XIX hasta las más punteras realidades bibliotecarias de inicios del XXI.

Jose Antonio Gómez nos habló del peso de la lectura y la alfabetización en el origen de las bibliotecas y como éstas han ido evolucionando. La biblioteca se está reinventando constantemente y debe solventar las diferentes brechas que se encuentra en el camino (económicas, sociales, generacionales, tecnológicas…). Enumeró una serie de buenas prácticas bibliotecarias no sin recordarnos la importancia de contar nuestras “pequeñas” experiencias como vía para adquirir visibilidad, retroalimentación y, sobre todo, como método para mejorar el servicio al ciudadano.

Las intervenciones de Roser Lozano, Kari Lämsä, Jane Kunze y Pilar Castro-Reino llevaron a los asistentes a un viaje por diferentes entornos bibliotecarios (sur de Europa, paises nórdicos, Medio Oeste norteamericano) que ilustraron las decisiones que habían tomado los responsables de estos centros para reinventar sus bibliotecas y trasmustar el decimonónico “todo para el usuario sin el usuario” en un “todo para el ciudadano desde el ciudadano” que caracteriza los entornos sociales de este momento y que tiene su máxima expresión en el concepto 2.0.

Los ejemplos de Tarragona (Roser) y Denver (Pilar) incidían sobre todo en la necesidad de crear el ambiente idóneo para formar un buen grupo de trabajo (creible, fiable, integro, de calidad…) y en la planificación de trabajos cooperativos con asociaciones relevantes de la comunidad; el modelo nórdico (al que le suponemos un grupo humano de trabajo muy cualificado) llamó la atención de los allí reunidos por la utilización tan dinámica de los espacios bibliotecarios y por el “poder” que le daban al ciudadano en el uso y disfrute de las bibliotecas, ejemplarizado en la posibilidad de mover el mobiliario a sus gusto.

Los cuatro coindieron en la necesidad de escuchar al usuario. En este sentido los ejemplos simpáticos fueron nórdicos: en su afán de acercarse y oir al usuario ambos sacaban sus vehículos (autobus, caravana) para desplazarse a los conciertos veraniegos en los que se concentran los jóvenes para reforzar la presencia de la biblioteca; los de Helsinki incluso “tuneaban” el bus dependiendo del tipo de concierto (el color y los materiales de préstamo varian en función del usuario diana): lo pintaban de negro y tonos oscuros para el heavy, florecitas para el folk…

Javier Celaya, apostol de los nuevos canales de acceso al conocimiento y la información (tal y como le definió un asistente), nos habló sobre el impacto en los servicios bibliotecarios y en la visibilidad del contenido cultural en la web 2.0. Fué un discurso interactivo pues mientras exponía los asistentes pudimos juguetear con su e-reader y leer en un móvil su e-book “La empresa en la web 2.0” lo que nos ayudó a entender y visualizar que el futuro ya está aquí.

Lo bueno, breve, dos veces bueno. Todos nos quedamos con ganas de más…

Ponentes

Al final del Encuentro a los asistentes, más allá de la disposición de los recursos económicos y humanos para hacer Biblioteca (innegable sobre todo en los casos de Helsinki y Aarhus) nos quedó el poso de que si esas bibliotecas son referentes en su acercamiento a las demandas de los usuarios es gracias a una toma de decisiones planificada y continuada en el quehacer cotidiano que permiten ir adaptando la biblioteca, sus recursos y su “imagen social” a las nuevas necesidades ciudadanas.

Las palabras paciencia, ccoperación, innovación y medio/largo plazo fueron comunes en todas las exposiciones. Y, curiosamente, todos los ponentes coincidieron en que viniendo de entornos y realidades sociales diferentes podrían haber asumido e intercambiado sus discursos. Supongo que el sentido común, el menos común de los sentidos, está más extendido de lo que parece.


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