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Francisco Columna, III

Una idea bibliotecosa de Iulius: invitarnos a leer un cuento de Charles Nodier, Francisco Columna, en entregas en diferentes bitácoras, y el caballero Ferran nos pasa el testigo:

[...]

-¡Ay! –respondió-. Corremos malos tiempos y el dinero anda escaso. En algún tiempo hubiera pedido por él cincuenta cequíes al príncipe Eugenio, sesenta al duque de Abrantes y ciento a un inglés, pero hoy no tengo más remedio que venderle por cuatrocientas tristes libras milanesas, que suman exactamente cuatrocientas pesetas, y de ahí no rebajo ni diez cuartos.
-¡Que cuatrocientas ratas famélicas roan todos tus libros desde el primero hasta el último¡ -exclamó, furioso, Lowrich-. ¿Cómo demonios te atreves a pedir cuatrocientas libras por este mal libraco?…
-¡Un mal libraco! –interrumpió Apóstolo, no menos sulfurado que el abate-. Una edición príncipe de 1467, la primera de Treviso, una obra maestra de tipografía, con grabados cuyos originales no pueden ser sino del mismo Rafael; una obra admirable de autor ignorado hasta la fecha, a pesar de las investigaciones de los eruditos; un ejemplar único o casi único, cuya existencia hasta usted, señor abate, desconocía… ¡Y a esto le llama usted mal libraco!
La furia de Lowrich habíase calmado mientras hablaba Apóstolo con tanta vehemencia. Habíase sentado tranquilamente, quitado el sombrero, dejándole en la mesa del librero, y se enjugaba el sudor como hombre agobiado de cansancio que encuentra un lugar adecuado para reposar a gusto.
-¿Has concluido, Apóstolo? –dijo en tono tranquilo, que ocultaba una alegría maligna-. Es lo mejor que puedes hacer por tu reputación y por tus intereses, porque en cuatro palabras que dijiste largaste cuatro tonterías de a folio, y a poco que hubieses seguido no me hubiera sido posible recoger todas una por una, con lo cual no tendríamos tiempo para ocuparnos de tu folletín.
Primera tontería: No es verdad que este libro sea una primera edición impresa en Treviso el año 1467, porque es una edición estampada en Venecia el año 1499, a la que se sustrajo la hoja última para engañarte acerca de la data, y no me fijé antes en tal defecto, que reduce en una mitad el valor del libro. Por dicha tuya, yo puedo remediar este daño, porque la casualidad hizo que días atrás encontrase entre unos papeles de embalar esta hoja preciosa, que guardé para una ocasión que no creí tan próxima. Luego hablaremos del precio a que he de cedértela.
Esto diciendo, el abate sacó de la enorme cartera la preciosa plagula y la colocó cuidadosamente en el ejemplar.
-En efecto –dijo Apóstolo-, el folio casa bien en el libro, y he de confesar que cambia mucho su mérito. ¿De dónde saqué yo que ésta fuera la primera edición de Treviso?
-Dejemos eso –repuso Lowrich- porque aún no hemos terminado.
Segunda tontería: No es verdad que los dibujos del libro puedan ser de Rafael, lo mismo si la edición es de 1467 que si lo es de 1499, como te he demostrado. Rafael nació en Urbino el año 1483, como sabe todo el mundo, es decir, diez y seis años después de concluido el manuscrito, que lo fue en 1467, y ni aun los idólatras de este pintor sublime pueden suponer que dibujase con tanta corrección y tanta elegancia diez y seis años antes de nacer. Es otro Rafael quien dibujó tan bellas cosas, y a éste, insigne Apóstolo, sólo yo le conozco… Espera un poco, que aún no van más que dos.

[…]

Siguiente entrega en la morada de Tekateka


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