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Por las mentes inquietas de las deakialleras ronda la idea de hacer algún trabajillo sobre la biblioterapia, es decir, la sanación de determinadas enfermedades por medio de la lectura. Hemos estado recopilando información y lanzamos la pregunta a algunas listas de discusión para conocer la existencia de algunas experiencias de este tipo con determinados enfermos.

Para comenzar a adentranos en qué es y cómo surgió esta singulas terapia basta recordar la cantidad de veces en las que hemos estado enfermos (procesos gripales, esguinces, sarampiones…) y cómo la lectura de un buen libro o la escucha de algún cuento nos ha reconfortado. Cuenta Mircea Eliade en “La prueba del laberinto” que en los campos de concentración rusos, los que tenían la suerte de contar con un narrador de historias en su barracón, han sobrevivido en mayor número.

Pero no sólo en nuestros tiempos se otorga ese valor a la lectura pues en en la Edad Media se leían textos sagrados durante las operaciones, no como oraciones sino como terapia y es el clérigo alemán Georg Heinrich Götze quien habló más detalladamente de esta práctica en su obra «Biblioteca de enfermos», donde estudia la fuerza curativa de la lectura. Refiriéndonos a nuestro siglo, en 1977, el doctor Víktor Emil Frankl inauguró la Feria del Libro de Austria con una conferencia sobre el libro como recurso terapéutico, donde hizo referencia a varias historias en las que un libro pudo cambiar el curso de la vida de muchas personas (depresiones, suicidios, muertes, enfermedades…).

“La literatura moderna no precisa continuar siendo tan sólo un síntoma más de las neurosis de masas de hoy día. Puede contribuír también a la terapéutica. Los escritores que han atravesado el infierno de la desesperación, que han experimentado la aparente carencia de sentido de la vida, pueden ofrecer su sufrimiento, como un sacrificio, en el altar del género humano. Sus revelaciones ayudarán al lector que sufra idéntico estado, a superar este último”… “Si el escritor no es capaz de inmunizar al lector contra la desesperación, ha de evitar al menos inocularle la desesperación” (Víktor Frankl, Psicoterapia y Humanismo, Ed.Fdo. de Cultura, Bs.Aires, 1984, página 100).

Seguimos investigando el tema, buscando aplicaciones prácticas, nuestros colegas Bibliotekarios y Bido, me han comentado de algunas expriencias, y a través de Iwetel sigo recopilando información; si conoceis de alguna experiencia os agradecería que nos la contaseis.

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